martes, 28 de diciembre de 2010

Un estilo

Salió de esa ceremonia de graduación dudando. Pensó en si quería tratar de salir con ella o no. En otro tiempo hubiera salido borracho de eso que se parece al amor, esa sensacion que acelera y dispara fantasías de mil colores, cuando la mujer es droga y uno la necesita en dosis de pensamiento, constantemente. Pero rara vez lograba conseguir esos labios codiciados, con lo que esas borracheras terminaban en dolorosas abstinencias y resacas de sueños arrasados. Pero no ahora, ahora era diferente. Ahora que usaba las máscaras, los escudos, se sentía protegido de estos flechazos certeros. De la mayoría de ellos al menos.
Pensaba sin embargo conservar la osadía, la creatividad aventurera que lo caracterizaba. Por eso, de decidirse a hacer algo, haría algo orginal. Una de esas cosas que enternecían a la mujeres cuando alguien se las contaba (se las contaba). Y tomó la decisión sabiendo lo que implicaba, un fracaso casi seguro, porque estas cosas eran arriesgadas y súmamente inefectivas tanto como potencialmente gloriosas, un todo o nada.
De modo que se resignó, como un quijote consciente, a embestir nuevamente con esas técnicas tan poco ortodoxas. Tal vez fueran excesivamente enérgicas para un primer acercamiento, como tocar la puerta con un ariete, pero así le salían, así que se calzó la lanza una vez más, bajó la vicera del casco y salió al ruedo rezando suertes.

1 comentario:

  1. La visión del hombre siempre es distorcionada en lo que quieren ver de una mujer a lo que realmente es una mujer. En ese primera visión eligen cómo van a vincularse con ese objeto de deseo. La mujer es más operativa ven muy bien en primera instancia y después desde la complacencia se enredan pareciéndose a lo que el hombre espera de ellas. Ahí comienza nuestro propio enamoramiento ciego, cuando realmente empezamos a sentirlos ustedes es cuando comienzan a aburrirse. Obtenido el premio anhelado de tener a esa mujer se pierden de descubrir lo que realmente aún no comenzamos a entregarles a ustedes. Los hombres y las mujeres nos manejamos con tiempos distintos he ahi el conflicto y donde perdemos lo mejor y más complementario de nosotros (hombres y mujeres). Si por algún motivo de apuesta, compromiso y necesidad superamos esa barrera recién entonces ambas partes descubrirán lo mejor de sí mismo y de lo que tienen para darse. Hermoso blog Santi, un placer leerte...

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