domingo, 5 de diciembre de 2010

Qué busco en el fondo..

Recién acá en Chicago, esta ciudad de cristal azul y espejos y aire y muchos soles reflejados, empecé a entender qué me pasa. Desde hace tiempo que camino con la impaciencia bajo los pies, una impaciencia que me es misteriosa y que no puedo todavía a entender del todo. Camino como queriendo llegar a algun lugar que desconozco,  como formando parte de una trama secreta que aún no me fuera revelada de forma completa. Primero pensé que lo que me apretaba silenciosamente el alma eran unas inconscientes ansias de escapar, un primitivo deseo de irse afuera, de llegar a algun lugar donde sentirse libre. 
Entonces viajé, y viajé mucho, pero en cada destino me sentia todavía en tránsito, volviéndome arquitecto al poco de llegar de planes para volver a llegar , atraido por algún próximo destino distante, ese lugar donde sí, por fin, estaria satisfecho, completo. 
Por un tiempo pensé que ese lugar estaría acá en Estados Unidos, pero ni en Nueva York ni en Chicago pude saciar la impaciencia oscura que aun empantana mis pasos, esa que desde hace desde hace rato me sigue a través de los continentes. Por lo menos en esta tarde, sentado en un banquito a orillas del rio Hudson lo veo todo un poco mas claro. Empecé a entender que lo que estuve buscando no era una ciudad, ni una playa, no, no busco un lugar ... te busco a vos, te busqué todo este tiempo. 
Por vos me arrastré en las selvas del Vietnam, a vos te esperé en la Bahía de Halong y entre las verdes aguas del sur de la China. Y te enconte; en todo este tiempo te encontré mil veces con mil caras distintas. Te vi morena, blanca y bronceada, te vi vikinga y te vi oriental, con ojos de mil colores y labios de frutilla y de hilo. Te escuche reír en lenguas lejanas, te vi sola y te vi acompañada, sonriente y triste, pero aunque a veces me estiré y llegue a rozarte, como en aquella playa de Siam en que eras rubia y austríaca, de piel de bronce y ojos de azul intenso, nunca pude cerrar mi mano en la tuya, nunca pude tenerte tan cerca que no supiéramos bien de que cuerpo era quién.
Toda vida es miserable en al menos algún aspecto. La mía es muy buena en general, parte gracias a la suerte y parte por merito propio, por lo que no puedo quejarme. Pero felicidad y todo, aún te sufro, te sufro intensamente en tu ausencia y tu deseo, cuando camino la tarde, cuando te veo pasar por la calle o incluso hasta cuando me acuesto acompañado. Porque no cualquier mujer es la que busco, te busco hermosa pero de esas hermosuras tan intensas que hacen de la mujer arte, que transmiten la escencia embriagadora de la femineidad de una forma tan fuerte, tan fuerte que paraliza por unos segundos, que estrujan corazón y panza y mente a la vez y que escurre una lágrima de vez en cuando.
Y no es que no haya ejercitado las emociones y los romances y el sexo animal o con amor en todos estos años. Todo lo contrario. Revolví camas y corazones de las formas mas variadas, pero mis presas ( me encantaría usar antónimo pero, por mucho que digan algunas mujeres, el hombre es todavía quien debe  lanzarse al asalto bayoneta en mano, quien debe asediar el fuerte) fueron mas bien presas de segunda clase estéticamente hablando. De todas las mujeres con las que estuve ninguna es de las que todos coincidirían en llamar hermosa. Muchas eran terriblemente hermosas en ciertas situaciones, gimiendo desnudas con las manos apoyadas en mi pecho, o adornadas con una sonrisa de paso, pero nunca eran de esas bellezas que no se pueden ocultar, esas bellezas innegables, y es eso lo que deseo después de todo este tiempo de dejarlas pasar, después de tenerlas a tiro tantas veces y perderlas por torpeza o por cobardía.

2 comentarios:

  1. Excelente!!! Creo que siempre nuestra vida estará signada por una búsqueda incesante, de eso que creemos nos hará más feliz o nos complementará...
    Y no nos damos cuenta cuán afortunados somos HOY y AHORA, con todo lo que tenemos y todo lo que nos falta..
    Besazos!

    ResponderEliminar
  2. El hombre es un cazador por naturaleza a veces se pierde buscando la presa perfecta. El cazador acaso es perfecto? por qué la presa debe serlo entonces? Creo mejor en el camino honesto de buscar lo que se necesita y acordar con qué necesita la otra persona. Lamentablemente la mente joven necesita una gran dosis de magia y ensoñación y en esa ceguera se golpea y aprende verdades que llegan con la madurez. Mientras sea sabiduría lo que obtiene tendrá un futuro pleno y feliz pero muchxs lamentablemente se llenan de resentimiento y terminan estando ciegos en una búsqueda frenética de hembras copulantes que lo llenan de más vacío.

    ResponderEliminar